Hoy conocemos a: Maria Dolors Fontanella
febrero 18, 2016 Deja un comentario
Hoy conocemos a… Maria Dolors Fontanella
– ¿Qué es una familia de acogida urgencia?
– Estos tipos de acogimiento son para niños que están en situación de emergencia, tal como lo dice la palabra, y para los que hay que buscar un recurso que atienda sus necesidades mientras la Administración, a través de entidades como Intress, busca una solución: ya sea retornar con la familia, con alguien del entorno, algún conocido o una familia de fuera que busca la misma asociación. En este proceso, en lugar de estar en un centro, este niño/a está con una familia de acogida de urgencia; que puede ser por unos meses o por un año pero mientras no se encuentre solución, el niño no se va de la casa de acogida.
La modalidad del acogimiento de es para niños recién nacidos y entre 3 o 4 años que, mientras la Generalitat busca una solución para estos niños, los han de retirar del grupo familiar porque es preciso entonces, en lugar de llevarlos a un centro, los llevan a una familia.
– ¿Cómo decidiste convertirte en familia de acogida?
– Lo decidí porque tenía una escuela que la había vendido hacía cuatro años y hablando con una amiga mía que adoptó a una niña, pensé que soy una persona que me entrego mucho y pensé que quizá una adopción no, pero que como había sido maestra y había visto a niños crecer y marchar podía optar por un acogimiento.Por mi edad, que no es que sea vieja pero ya no tengo 30 años, pensé que este era el tipo de modelo que más se adecuaba a mí. Puedo ser como una madrina, una medio abuela. Yo no tengo pareja, estoy sola, pero tengo una red familiar y de amistad muy grande. Todos me dieron su apoyo para tirar adelante con el acogimiento.
– ¿Cómo fue tu contacto con Intress?
– Mi contacto con Intress fue fortuito. Quiero decir que no llegué a Intress sola sino a través de la Generalitat de Catalunya y agradezco que me derivaran aquí porque es una entidad con la que estoy muy contenta. También sé que puedes contactar directamente con la asociación.
– ¿Cómo valoras el soporte que te dan aquí?
– Es un trabajo importante y en el caso de los procesos de acogida de urgencia, que suelen ser de bebés, hay más emociones de por medio, pero el trabajo que hacen es muy positivo. Mis contactos de acogimientos en Intress son Paola y Mónica, que ahora me conocen y se ponen en contacto conmigo cuando tienen la necesidad de encontrar una familia de urgencia y diagnóstico.
Yo no he tenido nunca ningún problema y, si lo he tenido lo he dicho y siempre con la sinceridad nos hemos puesto de acuerdo y la verdad es que estoy contentísima.
– ¿Qué necesidades concretas puedes tener en tus acogidas?
– A veces te asustas más porque sabes que ese niño no es tuyo pero está bajo tu cuidado. Por ejemplo, uno de los niños se cayó de la bicicleta y se hizo daño en la boca. Yo lo llevé en seguida al médico, le hicieron el seguimiento y creía que debía dejar constancia clara de lo que había pasado. Hicimos fotos y expliqué toda la información a las profesionales. Ellas siempre me han dicho que no sufra, porque eso le puede pasar a a cualquiera.
– ¿Qué crees que sería necesario para que estos modelos de acogida fueran más conocidos?
– Difusión. La gente me ve cada vez con niños diferentes y me dice: “¡Cuántos nietos tienes!”. A algunas personas se lo explico porque veo que les interesa de verdad, y a otras no porque sólo quieren cotilleo y si me preguntan si es mi nieto, para no andar con más historias les digo que sí. Pero la difusión es importantísima: que la gente sepa que hay muchos niños que necesitan ayuda, que están desamparados, que necesitarían a alguien que les quisiera, que les acariciara, que les abrazara, les alimentara. Yo siempre me he encontrado con la misma reflexión: “Uy, yo no podría hacerlo, me dolería mucho que me lo quitaran”. Cada uno sabe hasta dónde pueden llegar sus sentimientos. Yo en las acogidas pienso más en el niño que en mí.
– ¿Hay suficientes recursos para los acogimientos familiares?
– Pienso que podría hacerse más, evidentemente. Creo que con la crisis se ha dejado de lado la prevención. No debes esperar a que el niño esté herido para curarlo. Por ejemplo, el último niño que tuve lo cogieron justo a tiempo y este niño se ha ido contento y ahora está estupendamente. Pero hay que llegar a tiempo y hacer el seguimiento. Por otra parte, se ha avanzado mucho en esta materia y sé que la Administración y entidades como Intress están potenciando el acogimiento familiar.
Creo que la gente siempre piensa en el sentimiento de “cuando se vaya, cuando me lo quiten…”, y no. A mí nunca me han quitado nada, al contrario: me lo han dado.
– ¿Luego mantienes relación con ese niño/a o su familia futura?
– A mí me reconforta pensar que tengo a este niño en casa, que recibirá todas las atenciones y que luego se irá con una familia que continuará con estas atenciones. Me sienta mal cuando se va, pero siempre pienso que hay otro al que puedo ayudar y que puede tener mis cuidados. Decir que la gente es egoísta es muy fuerte, pero creo que la gente siempre piensa en el sentimiento de “cuando se vaya, cuando me lo quiten…”, y no. A mí nunca me han quitado nada, al contrario: me lo han dado. Y sí, sigo viendo a los niños que he tenido, pasamos fines de semana juntos, vienen a casa, voy a su casa, les hago jerséis… La comunicación que tengo con estas familias es muy buena. Es más: las familias no quieren perder el contacto conmigo, porque dicen que he sido muy importante en un momento de la vida del niño. Y esto es algo que me queda muy adentro y me emociona mucho.
– ¿El acogimiento familiar es un proceso positivo para todas las partes: el niño/a acogido, la familia acogedora y la familia futura?
– Claro que sí. Con los últimos niños, sé que dicen: “Dolors lo ha hecho muy bien”. Un día un niño ya pasó a llamarme “yaya” y me hizo mucha ilusión, porque vi que me ponía dentro de su familia. Así como una niña me llama “mamá”, el niño me llama “yaya”. Sabe que no soy su madre, porque era algo mayor cuando vino a mi casa y estuvo muy poco tiempo. La madre me preguntó si me molestaba y le dije que al contrario, que me gustaba que me incluyera dentro de la familia, que forme parte de su vida. Cuando son mayores, ya que han perdido a su familia biológica, esto les reconforta, saben que hay gente que les quiere.
– ¿Cuál fue el proceso? ¿Qué requisitos tuviste que cumplir?
– Hicimos cuatro entrevistas y una visita domiciliaria. Te hacen muchas preguntas, te preguntan cosas personales, de la familia… Las profesionales de acogimientos son las personas más indicadas para ver si la persona es adecuada o no para esta actividad. Yo fui sincera al máximo y ellas me hicieron todo tipo de preguntas. Empecé en abril y en junio me dieron la buena noticia de que estaba capacitada. Incluso me iba de viaje y me dijeron que debía tener todo previsto. la camita, la sillita y la sillita del coche. Antes del viaje ya tenía la camita, la trona… Después me he encontrado con que la gente es muy solidaria en este aspecto, porque me han dado la camita, la cuna, ropa de niño y de niña, de meses, de un año… Yo hice un llamamiento a toda la escuela y la gente dio de todo. Tuve que comprar el cambiador y el armario, y nada más. La gente es muy sensible: voy al ambulatorio y ya me conocen. Me dicen: “¡Ya tienes otro!”. Enseguida me dejan pasar, las enfermeras están locas con los niños. Tuve que matricular al niño en la escuela y era el mes de abril, ese mes ya no matriculaban. Pero en el Ayuntamiento de Sant Cugat dije que ese niño debía ir a la escuela y pudo entrar en la escuela que quería.
– ¿Eres madre biológica?
– No.
– ¿Y percibes esta experiencia como una acogida y no una maternidad?
– Cuando lo tengo en casa, es como si fuera mi hijo, y más cuando es un bebé. Por ejemplo, en la escuela nunca había tenido niños recién nacidos, venían a partir de los cuatro años. Cuando vas a buscar a ese niño de cinco días, es algo… Te sale el instinto maternal, quieras o no. Y cuando son mayores, se me cruza la vena de madre con la vena educadora, de maestra. A veces pienso: “Dolors, estás haciendo de maestra, no de madre”. En estos momentos, es mi hijo, es mi nieto, es mi sobrino, llámalo como quieras. En estos momentos lo siento mío: soy yo quien tiene la responsabilidad de este niño en todos los aspectos y responde a todas sus necesidades.
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