Hoy conocemos a: Maria Dolors Fontanella

Hoy conocemos a… Maria Dolors Fontanella

María Dolors

– ¿Qué es una familia de acogida urgencia?
– Estos tipos de acogimiento son para niños que están en situación de emergencia, tal como lo dice la palabra, y para los que hay que buscar un recurso que atienda sus necesidades mientras la Administración, a través de entidades como Intress, busca una solución: ya sea retornar con la familia, con alguien del entorno, algún conocido o una familia de fuera que busca la misma asociación. En este proceso, en lugar de estar en un centro, este niño/a está con una familia de acogida de urgencia; que puede ser por unos meses o por un año pero mientras no se encuentre solución, el niño no se va de la casa de acogida.

La modalidad del acogimiento de es para niños recién nacidos y entre 3 o 4 años que, mientras la Generalitat busca una solución para estos niños, los han de retirar del grupo familiar porque es preciso entonces, en lugar de llevarlos a un centro, los llevan a una familia.

– ¿Cómo decidiste convertirte en familia de acogida?
– Lo decidí porque tenía una escuela que la había vendido hacía cuatro años y hablando con una amiga mía que adoptó a una niña, pensé que soy una persona que me entrego mucho y pensé que quizá una adopción no, pero que como había sido maestra y había visto a niños crecer y marchar podía optar por un acogimiento.Por mi edad, que no es que sea vieja pero ya no tengo 30 años, pensé que este era el tipo de modelo que más se adecuaba a mí. Puedo ser como una madrina, una medio abuela. Yo no tengo pareja, estoy sola, pero tengo una red familiar y de amistad muy grande. Todos me dieron su apoyo para tirar adelante con el acogimiento.

– ¿Cómo fue tu contacto con Intress?
– Mi contacto con Intress fue fortuito. Quiero decir que no llegué a Intress sola sino a través de la Generalitat de Catalunya y agradezco que me derivaran aquí porque es una entidad con la que estoy muy contenta. También sé que puedes contactar directamente con la asociación.

– ¿Cómo valoras el soporte que te dan aquí?
– Es un trabajo importante y en el caso de los procesos de acogida de urgencia, que suelen ser de bebés, hay más emociones de por medio, pero el trabajo que hacen es muy positivo. Mis contactos de acogimientos en Intress son Paola y Mónica, que ahora me conocen y se ponen en contacto conmigo cuando tienen la necesidad de encontrar una familia de urgencia y diagnóstico.

Yo no he tenido nunca ningún problema y, si lo he tenido lo he dicho y siempre con la sinceridad nos hemos puesto de acuerdo y la verdad es que estoy contentísima.

– ¿Qué necesidades concretas puedes tener en tus acogidas?
– A veces te asustas más porque sabes que ese niño no es tuyo pero está bajo tu cuidado. Por ejemplo, uno de los niños se cayó de la bicicleta y se hizo daño en la boca. Yo lo llevé en seguida al médico, le hicieron el seguimiento y creía que debía dejar constancia clara de lo que había pasado. Hicimos fotos y expliqué toda la información a las profesionales. Ellas siempre me han dicho que no sufra, porque eso le puede pasar a a cualquiera.

– ¿Qué crees que sería necesario para que estos modelos de acogida fueran más conocidos?
– Difusión. La gente me ve cada vez con niños diferentes y me dice: “¡Cuántos nietos tienes!”. A algunas personas se lo explico porque veo que les interesa de verdad, y a otras no porque sólo quieren cotilleo y si me preguntan si es mi nieto, para no andar con más historias les digo que sí. Pero la difusión es importantísima: que la gente sepa que hay muchos niños que necesitan ayuda, que están desamparados, que necesitarían a alguien que les quisiera, que les acariciara, que les abrazara, les alimentara. Yo siempre me he encontrado con la misma reflexión: “Uy, yo no podría hacerlo, me dolería mucho que me lo quitaran”. Cada uno sabe hasta dónde pueden llegar sus sentimientos. Yo en las acogidas pienso más en el niño que en mí.

– ¿Hay suficientes recursos para los acogimientos familiares?
– Pienso que podría hacerse más, evidentemente. Creo que con la crisis se ha dejado de lado la prevención. No debes esperar a que el niño esté herido para curarlo. Por ejemplo, el último niño que tuve lo cogieron justo a tiempo y este niño se ha ido contento y ahora está estupendamente. Pero hay que llegar a tiempo y hacer el seguimiento. Por otra parte, se ha avanzado mucho en esta materia y sé que la Administración y entidades como Intress están potenciando el acogimiento familiar.

Creo que la gente siempre piensa en el sentimiento de “cuando se vaya, cuando me lo quiten…”, y no. A mí nunca me han quitado nada, al contrario: me lo han dado.

– ¿Luego mantienes relación con ese niño/a o su familia futura?
– A mí me reconforta pensar que tengo a este niño en casa, que recibirá todas las atenciones y que luego se irá con una familia que continuará con estas atenciones. Me sienta mal cuando se va, pero siempre pienso que hay otro al que puedo ayudar y que puede tener mis cuidados. Decir que la gente es egoísta es muy fuerte, pero creo que la gente siempre piensa en el sentimiento de “cuando se vaya, cuando me lo quiten…”, y no. A mí nunca me han quitado nada, al contrario: me lo han dado. Y sí, sigo viendo a los niños que he tenido, pasamos fines de semana juntos, vienen a casa, voy a su casa, les hago jerséis… La comunicación que tengo con estas familias es muy buena. Es más: las familias no quieren perder el contacto conmigo, porque dicen que he sido muy importante en un momento de la vida del niño. Y esto es algo que me queda muy adentro y me emociona mucho.

– ¿El acogimiento familiar es un proceso positivo para todas las partes: el niño/a acogido, la familia acogedora y la familia futura?
– Claro que sí. Con los últimos niños, sé que dicen: “Dolors lo ha hecho muy bien”. Un día un niño ya pasó a llamarme “yaya” y me hizo mucha ilusión, porque vi que me ponía dentro de su familia. Así como una niña me llama “mamá”, el niño me llama “yaya”. Sabe que no soy su madre, porque era algo mayor cuando vino a mi casa y estuvo muy poco tiempo. La madre me preguntó si me molestaba y le dije que al contrario, que me gustaba que me incluyera dentro de la familia, que forme parte de su vida. Cuando son mayores, ya que han perdido a su familia biológica, esto les reconforta, saben que hay gente que les quiere.

– ¿Cuál fue el proceso? ¿Qué requisitos tuviste que cumplir?
– Hicimos cuatro entrevistas y una visita domiciliaria. Te hacen muchas preguntas, te preguntan cosas personales, de la familia… Las profesionales de acogimientos son las personas más indicadas para ver si la persona es adecuada o no para esta actividad. Yo fui sincera al máximo y ellas me hicieron todo tipo de preguntas. Empecé en abril y en junio me dieron la buena noticia de que estaba capacitada. Incluso me iba de viaje y me dijeron que debía tener todo previsto. la camita, la sillita y la sillita del coche. Antes del viaje ya tenía la camita, la trona… Después me he encontrado con que la gente es muy solidaria en este aspecto, porque me han dado la camita, la cuna, ropa de niño y de niña, de meses, de un año… Yo hice un llamamiento a toda la escuela y la gente dio de todo. Tuve que comprar el cambiador y el armario, y nada más. La gente es muy sensible: voy al ambulatorio y ya me conocen. Me dicen: “¡Ya tienes otro!”. Enseguida me dejan pasar, las enfermeras están locas con los niños. Tuve que matricular al niño en la escuela y era el mes de abril, ese mes ya no matriculaban. Pero en el Ayuntamiento de Sant Cugat dije que ese niño debía ir a la escuela y pudo entrar en la escuela que quería.

– ¿Eres madre biológica?
– No.

– ¿Y percibes esta experiencia como una acogida y no una maternidad?
– Cuando lo tengo en casa, es como si fuera mi hijo, y más cuando es un bebé. Por ejemplo, en la escuela nunca había tenido niños recién nacidos, venían a partir de los cuatro años. Cuando vas a buscar a ese niño de cinco días, es algo… Te sale el instinto maternal, quieras o no. Y cuando son mayores, se me cruza la vena de madre con la vena educadora, de maestra. A veces pienso: “Dolors, estás haciendo de maestra, no de madre”. En estos momentos, es mi hijo, es mi nieto, es mi sobrino, llámalo como quieras. En estos momentos lo siento mío: soy yo quien tiene la responsabilidad de este niño en todos los aspectos y responde a todas sus necesidades.

En Intress gestionamos servicios de acogida en Cataluña.
Si te interesa ser familia de acogida contacta con nosotros en:

Gran Via de les Corts Catalanes 584, 3r 1a. 08011 Barcelona
93 390 87 08
acollimentsbcn@intress.org

La voz del Profesional

TÉRHoy conocemos a… JOSE MANUEL CAÑAMARES

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– ¿Cómo andamos en este país de salud mental?

En cuanto a incidencia estamos en niveles similares a otros países de nuestro entorno, con un repunte de los trastornos de ansiedad y depresiones, vinculado a la crisis económica. El problema está en la respuesta a estos problemas. La transferencia de las competencias sanitarias y sociales a las comunidades autónomas ha permitido respuestas mucho más cercanas y rápidas a los problemas, pero también ha generado muchas desigualdades y asimetrías en la generación de recursos de tratamiento y apoyo social a estas personas. La crisis ha conllevado además un deterioro en la atención y un retroceso en los recursos disponibles. Y la nueva estrategia nacional no está todavía publicada, se ha avanzado que ya se incluirá en ella la prevención del suicidio y otros aspectos necesarios pero es otro de los puntos débiles.

– Hablando de personas diagnosticadas con trastorno mental grave, ¿sigue siendo una población estigmatizada?

Por supuesto, solo hace falta mirar la reforma del código penal que estuvo a punto de aprobarse y en la que Intress se posicionó absolutamente en contra. Este intento de criminalización de la enfermedad mental es reflejo del prejuicio social que envuelve a este trastorno. Sigue evidenciándose esa creencia social en la peligrosidad de estas personas, en su impredecibilidad y en su inhabilidad para tener una vida autónoma y digna.

– ¿Qué dificultades se encuentran las personas con trastorno mental grave, además de tener que lidiar con su enfermedad?

Estas personas, en razón del estigma, por decirlo de una forma muy resumida, tienen problemas para encontrar trabajo, sufren una mayor violencia física y sexual, menores oportunidades de acceso a la salud, a la educación, a los servicios sociales y a la vivienda. Hay muchas más, pero por poner otro dato con peso, también tienen mayor riesgo de muerte prematura.

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– ¿Qué responsabilidad tenemos como sociedad para eliminar ese estigma?

Esta pregunta es compleja porque dependiendo del foco que se ponga se podrían dar diferentes respuestas. Desde Intress la contestación es que la responsabilidad de la sociedad es máxima. Desde un modelo comunitario los problemas de salud y enfermedad y la lucha contra los estereotipos se juegan en la comunidad y tan responsable es la persona como su entorno. Es decir, el trabajo con la sociedad debe formar parte de nuestra labor.

– ¿Qué podemos hacer para combatir el estigma?

Fundamentalmente se trata de que las personas con trastorno mental estén presentes activamente en la sociedad interactuando con la población para poder cambiar actitudes, acciones educativas e informativas y acciones de protesta ante la evidencia de estereotipos, como puede suceder a veces en los medios de comunicación. También debemos trabajar para evitar el autoestigma que a veces experimentan las propias personas que sufren enfermedad mental.

– Hay personas que asocian peligrosidad con enfermedad mental, ¿se ha comprobado si son más violentas las personas con enfermedad mental?

Hay multitud de estudios sobre este tema. No es lugar para extenderse en datos, pero la población con trastorno mental es menos violenta estadísticamente que la población general. Sólo no se cumple este dato en la “auto-violencia” dado que el porcentaje de autoagresiones y conductas suicidas es mayor.

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– ¿Abordamos de manera adecuada la enfermedad mental en los centros penitenciarios?

Se ha avanzado mucho desde que Intress inició esta atención en 1999 y su influencia en que todos los centros penitenciarios deban intervenir con este colectivo ha sido grande. Pero todavía queda mucho por hacer, porque la atención debe hacerse en todo el proceso judicial, no basta con que cuando ya han llegado al centro penitenciario se pueda intervenir. Siguen siendo necesarios muchos más recursos para las fases de preparación de libertad y de conexión con el entorno comunitario tras la excarcelación. 

– ¿Qué factores son clave para la integración total de las personas con enfermedad en todos los ámbitos de la vida?

Hace años hablábamos de capacitarlos para llevar una vida autónoma, de prevenir el deterioro, etc. Hemos evolucionado bastante y hoy en día pensamos que los factores clave son su participación tanto social como en su propio proceso de recuperación, la inserción laboral y la lucha contra el estigma. Por supuesto que hay otros factores, pero que las personas asuman su propia responsabilidad sobre sus vidas y que tengan las mismas oportunidades son claves de futuro.

– ¿Hay algún país en el que podamos mirarnos para mejorar?

Depende para qué aspectos. No estamos más atrasados en la calidad de la atención, sino en la cantidad de recursos. En el enfoque comunitario y de recuperación podemos mirar hacia países nórdicos y anglosajones. En lucha contra el estigma deberíamos fijarnos en Estados Unidos (sobre todo California), Escocia y Nueva Zelanda. La cuestión es que el trabajo que desarrollamos está muy pegado a la cultura, por lo que debemos trasladar y adaptar estos modelos a nuestra forma de vivir y de relacionarnos.

Hoy conocemos a: Sonia Hernández

Hoy conocemos a… SONIA HERNÁNDEZ.

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– Me llamo Sonia Hernández Romagosa y he sido víctima de violencia de género. Ahora soy una mujer libre.

―¿Cómo fuiste a parar a una casa de acogida?

―Decidí irme un día de casa debido a la violencia de género y me refugié en casa de mi hermano. Lo que pasa es que mi hermano tiene una enfermedad mental y sus terapeutas le aconsejaron que no me podía tener mucho tiempo en casa, y ellos mismos le dieron un teléfono para asistir a un centro de atención a la mujer. Llamé, me puse en contacto con vosotros y acudí a la visita.

―¿Hubo un detonante que hiciera que buscaras ayuda?

―Muchas veces te lo planteas: “Me voy, me voy, ya no aguanto más, me voy, me voy”, pero hay algo que te frena. Una vez, en una de las peleas que tuvimos, yo estuve a punto de cortarle el cuello a mi marido cuando dormía, y gracias a que la niña se despertó, no acabó de suceder. Él se despertó también. Claro, o me iba, o me mataba él a mí. Y decidí, mientras él dormía al día siguiente, coger e irme.

―¿Cómo definirías vuestra relación de entonces?

―Yo puedo definir mi parte. Yo llegué a odiarlo y creí que estaba enamorada también a la vez. Cuando salía de casa, yo decía: “Qué alivio, qué bien, menos mal”, pero, a la vez, cuando llevaba un rato que no le veía, sentía la necesidad de verlo. Era como estar enganchada, supongo, a las drogas y era muy contradictorio.

―¿Cómo te hacía sentir esa relación?

―Fatal, me sentía muy dependiente, no me quería, no me valoraba. Creía que sin él no era nadie. Creía que sin él no podía hacer nada, no servía para nada. A la vez quería deshacerme de él y lo necesitaba para seguir viviendo.

―¿Qué hay que hacer para que eso cambie? ¿Qué pasos has seguido para llegar donde estás ahora?

―Lo primero que hay que hacer es coger la puerta e irte. No me preguntes cómo decidí irme, ni cuándo decidí irme. ¿Los pasos que hay que seguir? Pedir ayuda a gente como vosotros y dejarte ayudar. Ser siempre sincera, mirarte cómo eres, aunque no te guste lo que veas. Para cambiar, hay que reconocer lo que no te gusta de ti y hay que cambiarlo. No es fácil, porque no se trata solo de “Dejo a mi marido y ya está, encuentro trabajo y arreglo mi vida”. Eres tú por dentro que tienes que cambiar. Hay algo en ti que deja que él se posicione encima de ti. Igual ha sido él esta vez, como que la próxima vez va a ser otro, como que pueden ser todos, si tú no cambias.

―Dicen que a veces se sigue un patrón y que se vuelve a iniciar una relación en la que se vive el maltrato de nuevo. ¿Tú has vivido esa situación?

―Sí, pero no. A ver, es lo que te estaba comentando: si tú no cambias por dentro personalmente, hay algo en ti, en tu pasado, tu personalidad, lo que sea, que te hace estar siempre por debajo de otros. Tú te posicionas por debajo, dejas que los demás se te pongan encima. Entonces, ¿qué pasa? Te agarras a estas relaciones. Por ejemplo, a mí me sucedió que tuve otra relación. Yo no buscaba una relación así, pero tuve la mala suerte de que él era un maltratador también. Pero duró poco, porque yo lo capté rápido, me di cuenta pronto. Y yo me quiero mucho ahora mismo, y no quiero una relación así, y lo dejé.

―Tú eres madre. ¿Tus hijas tuvieron un papel en todo esto, te hicieron tomar la decisión de pedir ayuda?

―No directamente. Por ejemplo, tengo una hija de veinte años que alguna vez me comentó: “Estás así porque quieres”. No me ha dicho directamente: “Ve a buscar ayuda, sal de ahí”, pero, claro, la ves a ella y entiendes que no es una relación sana. Y la pequeña, indirectamente también, porque veía cosas que no debería ver una criatura. Y es lo que te hace recapacitar y pensar: “Por mucha dependencia que yo tenga de esta persona, estoy haciendo daño a otros seres queridos, como son mis hijas”. Que a ellas yo las he tenido dentro, y a esta persona me la he encontrado en la calle.

―¿Tu entorno (familiares, amigos…) conocía la situación?

―Para empezar, con un maltratador no tienes amigos. No tienes vida exterior. Yo trabajaba, y del trabajo a casa y de casa al trabajo. Él me había ido a buscar al trabjo alguna vez. No tienes relaciones con nadie porque no te lo permiten. Y tú permites que te lo hagan. ¿Mis familiares? Hasta el día que llegué con el ojo morado, no. Eso ya venía de unos años de maltrato psicológico. Cuando te ponen la mano encima, llevas años de maltrato psicológico. ¿Qué haces? Lo excusas: “No, no, si es que me he dado un golpe”, “Es que me dio sin querer un codazo”… No acaban de saberlo nunca.

―¿Cómo valorarías el trabajo de las profesionales que se dedican a esto? ¿Qué papel han tenido en tu vida?

―Para mí, ha sido primordial. Primero por su tacto, su cariño, su comprensión. Nunca te recriminan nada. Puedes haber hecho mil cosas malas, que nunca te echan nada en cara. Luego te ayudan mucho, te dan tu tiempo. Para mí ha sido lo mejor que me podía pasar. Yo supongo que todos serán iguales. Yo he trabajado con muchos profesionales y todos me han influido mucho, cada uno de una manera. Unas me han hecho ver que yo sí que era una mujer maltratada, yo creía que no. Otras me han abierto la mente en que tengo que cambiar… No te lo hacen directamente, pero con sus charlas, conversaciones… te van sacando cosas. Para mí ha sido primordial tener a esta gente a mi lado. Si no, yo no me hubiera visto como era y no hubiera podido cambiar.

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―¿Cuánto tiempo ha pasado desde que diste el paso de pedir ayuda hasta sentirte bien?

―Hoy por hoy, llevo un año fuera del proceso de casas de acogida. Puedo decirte que llevo un año y medio sintiéndome fuerte y valiente y sabiendo que nadie más me va a pisar. Antes pasé un año y medio realmente mal: no se pasa bien, no es agradable, pero merece la pena. Un año y medio de sufrimiento para ser feliz hasta los sesenta, setenta, ochenta, todo lo que me queda de vida, porque ahora mismo me siento muy feliz.

―¿Qué crees que le pasa a un hombre? ¿Por qué se comportan así?

―Yo creo, desde mi punto de vista, que cuando un hombre es un maltratador, te humilla, te maltrata, te pega, te hace creer que no vales nada…, eso es realmente como se siente él. No tiene autoestima, no se quiere, se cree inferior. ¿Y qué hace? Pues lo descarga todo en otra persona. ¿Quién? La que tiene al lado, su pareja, la más cercana. Normalmente, es gente que fuera de casa no dirías nunca que maltrata a su pareja, ni a sus familias. Son más sumisos, muy extrovertidos… Yo creo que es falta de autoestima, simplemente. No es más.

―¿Y lo que hace que una mujer aguante esa situación va por ahí también?

―No sé si todos los casos seremos iguales. Yo, por ejemplo, algo de falta de autoestima, sí. Quizás nosotras buscamos más el cariño y estos hombres, normalmente, al principio te dan cariño: tienes mil atenciones, te bajan la luna… Claro, te enamoras, pero una vez te tienen segura, te ven superior. Empiezan a hundirte, a machacarte, para sentirse mejor ellos. Nosotras buscamos un cariño que luego se transforma. Es un proceso tan lento que no te das cuenta, un proceso en el que te están anulando, hasta que eres tú la que te crees que no vales nada.

―¿Qué mensaje puedes dar a mujeres que estén pasando por situaciones como la que pasaste tú?

―Que no piensen, que se vayan de casa, sin pensar. No necesitan nada, lo puesto y a buscar ayuda. Hay muy buenas profesionales que las van a ayudar y se puede salir. Quizás hay mujeres que han sufrido malos tratos peores que los míos, porque las hay, pero en el fondo todo es lo mismo. Yo he tenido otras cosas a parte del maltrato y yo he salido de todo. Yo estoy muy bien gracias a la ayuda de los profesionales. No hay que engañarlos, ser sincera en todo momento, porque nunca te van a recriminar nada, que ese era el miedo que yo tenía. Había cosas de mi vida que no quería explicar; entonces, si no lo explicas todo, no te pueden ayudar, porque no avanzas, no tienen por donde ayudarte. Sobre todo, que sean sinceras, que no tengan miedo a decir lo que piensan en cada momento, de expresar sus sentimientos, y que el sentimiento de culpa no vale para nada.

―Para abordar la violencia de género de manera integral, ¿crees que hacen falta más recursos?

―Lo que veo más pobre es la información. Parece mentira, porque hay mucha información: “Llama al 016”. Cada día salen en la tele mujeres que mueren a manos de sus maridos y que no se atreven a denunciar, porque la justicia, en un momento dado, no hace nada. Pero es que yo no llegué a denunciar a mi marido, no me hizo falta. No te obligan para ir a un centro o una casa de acogida a denunciar a tu pareja. No hace falta denunciar, hay centros de acogida: esa es la información que hay que dar. Sí, es muy duro desaparecer, dejar el trabajo, la casa, la familia, dejarlo todo, porque desapareces del mapa, nadie sabe dónde vives, nadie sabe dónde estás. Pero es tu vida, y la de tus hijos, y merece la pena. Sí que hay muchos recursos, pero pienso que la información no está bien orientada. En lo referente a la sanidad, no te sé decir, porque yo he estado en la casa de acogida y ellos te derivan a médicos y te atienden muy bien y muy rápido. Si tienes un maltrato y tienes miedo, vas al hospital porque te han dado una paliza, si tú no denuncias, el médico denuncia, y el miedo que tienes es que luego la que vuelves a casa eres tú: “Encima me has denunciado”. Otra paliza, o te mata, o te tira por el balcón. Eres tú la que tiene que decidir, no tu médico. En el colegio, me consta que hay escuelas que dan charlas, se informa, pero no sé hasta qué nivel. Por ejemplo, en la escuela donde va mi hija: hay escuelas que guardan plazas para las madres que están en casas de acogida, porque, claro, tú no te vas cuando empieza la escuela, tú te vas de tu casa cuando te vas, y a lo mejor a mitad de este año, tienes que irte, trasladarte y cambiar de escuela. Esos colegios están más mentalizados.

―Por lo que respecta a las profesionales que te han atendido, ¿qué crees que se podría mejorar?

―Es muy difícil valorar esto, porque cuando llegas a una casa, es que todo te parece mal: que si me han puesto unas normas, que si ahora me obligan a entrar a charlar con ellos y no tengo ganas, y de qué voy a hablar, tengo que convivir con esta que no limpia y no le dicen nada, no he avisado de que no venía a comer y me están riñendo… Pero una vez que sales y estás bien, ves que todo tiene su porqué. Todas tenemos cabida: porque a una no le guste limpiar y no le apetezca, porque además estás mal y no lo haces, no va a ser menos que otra que se pase el día con la escoba en la mano. O porque haya unas normas, o porque tengas que hacer unas cosas obligatorias, unos horarios… Todo es importante. Primero no hay nada que te guste porque tú estás mal, te marcan unas normas y tú en tu casa haces lo que te da la gana. Tienes que convivir con gente que también está mal, te obligan a unas normas, te obligan a unas visitas, pero todo tiene su porqué. Pero, claro, lo ves luego, cuando estás bien y sales. Yo creo que está muy bien el recurso.

―¿Qué ilusiones tienes ahora?

―Yo, con ver a mi hija con trabajo, ver crecer a la pequeña, verlas casarse… Me conformo con poco. El simple acto de ver llegar a la niña de la escuela me hace feliz. Es que no pido más.

 

 

 

Participamos en congresos de salud mental

Luchar contra el estigma asociado a personas con enfermedad mental sigue siendo una de las batallas de Intress. Para nosotros/as, las etiquetas de las enfermedades no pueden suponer nunca una definición de las personas.

Por ello hemos asistido aportando nuestro conocimiento a dos recientes congresos sobre salud mental, específicamente sobre esquizofrenia y la escucha de voces.

El Centro de Rehabilitación Psicosocial de Los Cármenes participó en el XX Curso Anual de Esquizofrenia con un póster sobre el trabajo de su grupo Re-acciona en Lucha contra el Estigma.

La pieza recogió los resultados de talleres y jornadas realizadas en la Universidad de Castilla La Mancha y el Instituto Arcadia. El mayor impacto logrado con estas actividades anti-estigma fue un claro cambio en el conocimiento sobre la enfermedad mental, así como en la actitud y la discriminación en el colectivo al que fue dirigida la acción.

Poster CRP Cármenes

Paralelamente, miembros del grupo de escuchadores de voces del Centro de Rehabilitación Psicosocial Martínez Campos pudieron acudir al VII Congreso Internacional de INTERVOICE.

Intervoice es una red internacional de grupos de escuchadores de voces que promueve una mayor comprensión, estudio, educación e investigación de este fenómeno.

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El programa del congreso fue muy intenso y el equipo pudo conocer más detenidamente abordajes innovadores que se realizan en torno a este tema en países como Suecia, India o Grecia.

Violencia de género unida a trastorno mental: el doble estigma

Sensibilización salud mental violencia de género

CRPS y EASC de Villaverde

La violencia de género y los trastornos mentales, comparten entre otras cosas, su tendencia a ser temas  poco visibles en la sociedad,  ocultados aún a día de hoy por las personas que los sufren  por temor al estigma, al rechazo, a no ser creídas, a no poder aceptar que a una misma le esté pasando esto.  Las personas que sufren estos problemas tienden a sentirse culpables por ello, a avergonzarse, y para los demás es más fácil pensar que es un problema de otras y no mío, que esto no puede pasarle a todo el mundo. Todos y todas somos vulnerables a sufrir un trastorno mental y a ser víctimas de violencia.

Varios estudios encuentran que las mujeres con trastorno mental son un colectivo especialmente vulnerable a sufrir violencia de género y tienen factores de riesgo añadidos para ser víctimas de esta violencia.

Con este pequeño vídeo queremos contribuir a hacer algo más visible esta realidad y llamar la atención sobre ella.

Villaverde

El video, las fotografías y la voz en off pertenecen a  personas con experiencia en salud mental del Centro de Rehabilitación Psicosocial  y el Equipo de Apoyo Social Comunitario de Villaverde. Además hemos contado con la colaboración de la Asociación Fotográfica Villaverde, en especial Jose Luis Pindado,  que nos ha cedido algunas de sus fotos.

Clica para ver el vídeo

La voz del profesional

Hoy conocemos a… AMPARO PORCEL.

Amparo

Tu vida profesional ha estado muy vinculada a Intress. ¿Cómo recuerdas el Intress de los inicios?
Era un reto absoluto. Suponía formar parte de algo nuevo, interesante, útil y con proyección de futuro en un país que empezaba una forma nueva de entender la acción social y el trabajo social. Se daba forma al Estado del Bienestar, se creaban los servicios sociales en toda España e Intress podía aportar mucho. Los profesionales que iniciaban Intress eran personas comprometidas política y socialmente, con un bagaje teórico y técnico muy amplio en el ámbito de la acción social. Estaban aportando sus conocimientos, buscando y encontrando personas para trabajar, creando y mejorando la atención a las personas vulnerables. Rosa Doménech, directora y presidenta de Intress en aquel momento, con quien ya había colaborado anteriormente, me pidió que me incorporara al equipo para llevar el área de formación. Yo había estudiado pedagogía después de formarme como trabajadora social y dedicarme a ello. Acepté enseguida porque era un proyecto muy ambicioso: ofrecer formación a los equipos que iban a crear y gestionar los servicios sociales en España.

Con el equipo de Intress creamos unos cursos reconocidos por su innovación, su contenido y su metodología. Era algo inédito en nuestro país. Tenían un alto nivel conceptual, técnico y metodológico y estaban destinados tanto a la dirección como a los equipos técnicos de estos servicios sociales en desarrollo.

¿Cómo empezó el trabajo con la Administración?

Como una colaboración constante Intress tenía un bagaje de conocimiento de los servicios sociales en Europa gracias a los viajes de estudio de algunas de sus miembros. Empezamos a gestionar servicios para las administraciones públicas, presentándonos a concursos y formando a los equipos a partir de los planes de formación que puso en marcha el Ministerio de Asuntos Sociales, y a partir de ello, el conocimiento que Intress tenía de la realidad era aún más rico, sugerente y útil para aportar nuevas formas de intervención social. Desde los inicios ya hicimos atención centrada en la persona, característica del trabajo social. Pero también presentábamos proyectos de gran innovación, que implicaban a las personas atendidas, a sus familias y a la comunidad. Era un momento de ebullición del asociacionismo, de la implicación ciudadana.

Recuerdo las reuniones de equipo, el trabajo de dar forma a los conceptos de una organización de servicios de atención a las personas, de buscar las técnicas más adecuadas para el cuidado de los profesionales, de buscar las mejores técnicas de planificación de proyectos. Con motivo de los 30 años de Intress he encontrado en mis agendas (que aún guardo) más de 200 nombres de personas que en algún momento colaboraron con Intress impartiendo formación de algún tipo: Con algunas de ellas seguimos trabajando hoy en día.

¿A ti qué te llevó a dedicarte a este sector?

Estudié trabajo social en los 60 y al acabar, trabajé enseguida como trabajadora social en el Departamento Social de Cáritas Diocesana de Barcelona cuando aún no existían los servicios sociales y Cáritas tenia trabajadoras sociales en muchas parroquias iniciando lo que serían luego los servicios sociales. Este inicio profesional me condujo a este sector de organización de servicios que durante los años 70 también amplié con mi colaboración en el Grupo de Investigación y Trabajo Social –GITS- ligado a la Universidad Autónoma de Barcelona y que se dedicaba a conocer los servicios sociales en Europa. GITS pudo obtener diversas becas de las Naciones Unidas para viajar por Europa para conocer y estudiar este tipo de organizaciones, cosa que hicimos en varias ocasiones miembros de GITS. También este grupo organizaba cursos para transmitir los conocimientos adquiridos en los viajes de estudio realizados y se dedicaba a estudiar, analizar y difundir metodología de proyectos de intervención comunitaria y grupal.

Algunas personas que estaban en GITS fueron las que posteriormente crearon Intress por lo que mi dedicación a este sector, siguiendo vinculada a Intress, era “de cajón”.

También me interesaba la metodología de la intervención social y escribí con Teresa Font un libro de metodología de trabajo social. Aprendimos mucho sobre metodología de proyectos, de intervención comunitaria con José Mª Rueda, conocimientos que luego incorporamos a los cursos y formación de Intress.

Amparo Porcel presentando el XII Congreso Estatal del Trabajo Social.

Amparo Porcel presentando el XII Congreso Estatal del Trabajo Social.

¿Qué ha aportado Intress a los servicios sociales en España?

Creo que ha aportado y aporta mucho. Fue un actor importante, como he dicho anteriormente, para la concreción del cuarto pilar del Estado del Bienestar. Tanto en la conceptualización de los servicios sociales, como en la metodología, la profesionalización de estos servicios y en la implementación de la calidad. Y desde luego, Intress aportó personas, profesionales que siguieron cursos de Intress y que en algún momento y en algún lugar de España empezaron, mejoraron o desarrollaron servicios de atención a las personas.

Hoy en día el conocimiento sigue siendo uno de nuestros grandes valores. Conocimiento que se transforma en formación, publicaciones, intervenciones en seminarios, cursos, etc., gracias al trabajo de investigación, análisis y conceptualización de los profesionales de Intress.

Creo también, que está haciendo más visible, más notoria, más real, la atención centrada en la persona, que si bien siempre la ha puesto en práctica, ahora se ha incorporado de forma completamente explícita y valorable en los diferentes servicios y proyectos.

¿Ha cambiado la situación de las personas en riesgo de exclusión? ¿Qué aspectos destacarías?

Sí y no. No ha cambiado, en el sentido de que aún hay personas en riesgo de exclusión aunque varíen sus circunstancias externas o personales. El riesgo continúa existiendo para muchas personas, por su biografía o por causas que les sobrevienen tanto personales como sociales. Hemos vuelto a preocuparnos por la pobreza, por la alimentación, la vivienda, etc. Las administraciones, el Tercer Sector y la ciudadanía estamos poniendo el foco ahí de nuevo. Además, hay personas que no parten desde cero y la sociedad no es todo lo integradora que sería deseable. Queda mucho por hacer aún.

Y por otro lado, sí, han cambiado cosas en estos treinta años de existencia de Intress: una que destacaría, es que el conocimiento y la sensibilidad social a que existen situaciones y circunstancias, personales o externas, que comportan riesgo de exclusión para las personas que las viven, se ha ampliado, se ha hecho más general y por lo tanto la sociedad, el Estado, las organizaciones de la acción social analizan causas, establecen acciones y organizaciones para intentar erradicar estas causas. Nadie es considerado incapaz y se apuesta por empoderar a las personas que viven situaciones difíciles para que, lejos del paternalismo, ellas mismas sean capaces de escoger cómo quieren vivir.

Otro aspecto que destacaría y que se deriva de esta sensibilidad es la mayor participación social de las personas, la presencia de movimientos sociales y de generaciones más jóvenes, que se mueven y trabajan en defensa de la justicia social. Pero también en este sentido queda mucho por hacer. Es importante también que haya asociaciones de ciudadanos que sean libres, desvinculadas de partidos políticos.

¿Qué áreas de las que trabaja Intress tiene necesidades más urgentes? ¿En cuál se ha avanzado más?

No sabría decir ni quiero tampoco primar una sobre las otras. Hay personas que necesitan una atención, un acompañamiento, un “estar con ellas” para salir de su situación y mejorarla. Hay personas, y no colectivos, que necesitan que estemos a su lado.

Por otra parte, sí que es cierto que las diferentes áreas en las que trabajamos (personas mayores, salud mental, infancia, mujer, jóvenes y discapacidad) tienen una consideración diferente según las zonas. Es decir, algunas tienen una normativa y asignaciones económicas más amplias y generales y en cambio otras no tienen el reconocimiento y soporte económico de la misma magnitud. Intress, que es parte operativa de esta atención, actúa con las posibilidades que hay y muchas veces hace de “descubridor” de necesidades concretas como la atención específica de personas mayores con enfermedad mental, por decir alguna.

Tampoco sabría decir cuál ha avanzado más. Si partimos del momento que empezó Intress su existencia y trabajo, todas han avanzado, y sólo el hecho de que exista y se inicie una forma de atención ya es un avance. Vuelvo a pensar en ejemplos como el de las personas que sufren algún trastorno mental. El estigma que había y que hay ahora ha cambiado muchísimo. Hemos conseguido entre todos que la sociedad cambie su mirada y posicionamiento respecto a estas personas. Del mismo modo, antes el tema de la violencia doméstica se vivía sólo de puertas para dentro. Hoy en día es un tema al que destinamos recursos, presupuesto y hemos conseguido que las mujeres que la viven sean capaces de poner nombre al conflicto y puedan recibir ayuda para salir de su situación.

Ahora se habla de recuperación económica. ¿Se está notando en los más desfavorecidos?

A mi entender no. Los recortes que ha habido estos últimos años, en cuanto a financiación de servicios sociales, sanitarios, educativos, culturales, no se han revertido. Es decir, continúan siendo insuficientes en muchos aspectos.

Si bien se afirma en los medios de comunicación, en base al discurso de los políticos, que la crisis se está superando, la vida cotidiana de los ciudadanos nos muestra otra realidad. Muchas personas continúan teniendo problemas para llegar a fin de mes. Nos vemos marcados por las políticas de austeridad que vienen de la Unión Europea y el tema del desempleo hace que muchas familias no tengan la oportunidad de salir de su situación de pobreza. Tenemos también la pobreza energética, la pobreza alimentaria se agudiza para niñas y niños, etc.

No veo que muchos aspectos de la vida social y económica hayan mejorada para dar posibilidades de una vida digna para todos. Y aunque parece que hay una recuperación en cuanto al acceso al trabajo, los datos nos confirman que este trabajo es cada vez más precarios: menos horas y menores salarios.

¿Está en riesgo el Estado del Bienestar?

Tal como lo hemos imaginado, empezado a conocer y plantear está en riesgo.

Para muchos, entre los que se cuenta Intress y todos sus miembros, la persona, sus derechos sociales y su bienestar son el eje prioritario del modelo de organización social deseado.

Pero el modelo socioeconómico que se está perfilando en el mundo occidental, nos muestra una sociedad en la que los ricos disfrutan de cifras macroeconómicas positivas y aumentan su riqueza mientras que otros sectores se pauperizan de forma cada vez más definitiva.

Esta divergencia puede llevar a un cambio y fracaso de nuestro modelo social, es decir el Estado de Bienestar. Ante esta situación, la línea en la que nos movemos en Intress es la de potenciar cambios positivos, buscar otras soluciones, mayor participación, capacitación de las personas que están en riesgo y reivindicación de derechos sociales a través de una organización social fuerte.

Artículo: «El trabajo vincular a través de la pintura expresiva»

Imagenes Trabajo vincularCompartimos este valioso artículo de investigación de nuestra compañera Vanesa Sánchez, que recoge las experiencias de un taller de pintura expresiva llevado a cabo en el Centro de Rehabilitación Psicosocial para personas con Enfermedad Mental Grave y Duradera, de Getafe.

El artículo explora los diferentes resultados del trabajo realizado por esta educadora social, en el que se utilizó la pintura como vía de expresión y conexión con el entorno. De la experiencia se recogen conclusiones muy positivas sobre la influencia del trabajo vincular en las capacidades expresivas, la autoestima, el autocontrol y la interacción grupal de los participantes.

Aquí puedes leer el artículo completo y ver imágenes de algunas de las obras producidas durante el taller.

La voz del profesional

Hoy conocemos a… CARLOS GARCÍA VILLARROEL carlosprisiones

Carlos ha sido trabajador en instituciones penitenciarias durante 35 años y nos cuenta cómo han evolucionado las prisiones a lo largo de estos años y qué papel ha jugado Intress en el desarrollo de programas específicos para los reclusos con problemas de Salud Mental.

¿Cómo fueron tus inicios trabajando en prisiones?

Empecé en Herrera de la Mancha en el año 1979, una época convulsa a nivel político y también, por supuesto, a nivel penitenciario. Luego estuve en Carabanchel, fuí ocupando distintos puestos… Y la última etapa, los últimos quince años estuve en Navalcarnero como educador. Allí empecé a tener contacto con el programa de Salud Mental, y fue donde me jubilé hace escasamente un año.

¿Qué cambios has notado a lo largo de todo este tiempo?

En el año 79 estábamos en una etapa predemocrática, los edificios eran de los años 50 y a nivel político no había habido una transformación seria de la institución penitenciaria. A mediados de los años 80 ya empieza a haber un cambio bastante serio, que se consolida en los años 90 con la reforma de las infraestructuras físicas para ubicar en los internos y la apuesta por el tratamiento de los mismos. A partir de mediados de los años 2000 con la aparición de nuevas figuras delictivas aparecen otro tipos de internos, entre ellos, los enfermos mentales. La propia institución penitenciaria hace un estudio y descubre que el 25% de la población reclusa tiene algún tipo de enfermedad mental.

¿Cuál es la situación de las personas con enfermedad mental en la prisión?

Bajo mi punto de vista, una persona con enfermedad mental no pinta absolutamente nada en la prisión. Si la población reclusa es ya de por si deficitaria, las personas reclusas con problemas de salud mental lo son doblemente, y no deberían estar allí. Evidentemente, lo más fácil y políticamente rentable es incluir en el ámbito de la seguridad todas las conductas, pero conviene recordar que no son personas peligrosas per se. Son personas con carencias y necesidades muy concretas a los que se les mete en un lugar en el que no deberían estar.

¿Qué ha aportado Intress en este ámbito?

Desde el año 99 comienza a funcionar algo en lo que nadie creía hasta entonces, el trabajo con enfermos mentales en prisiones, siguiendo las pautas de dos personas de Intress. Estas profesionales nos hicieron tomar consciencia de las particularidades de esta problemática, de las pautas de comportamiento que a menudo eran distintas, etc. En aquél momento el único programa de este tipo era el del Navalcarnero, y hoy en día se ha intentado extrapolar al resto de centros, aunque con desiguales resultados.

¿Cuáles son las claves que crees que deben aplicarse en la implantación de este modelo? Formación específica de los profesionales que se dedican a ello, incluidos los funcionarios de vigilancia, dedicación exclusiva a este tipo de internos y el hecho de comenzar a trabajar «con» y no «por» los internos.

Envelliment actiu i emotiu

Personas Mayores ResidenciasA la Residència i Centre de Dia de Campos (Mallorca), serveis gestionats per Intress, aquest any han celebrat la festivitat de Sant Antoni amb una petita festa en honor al Sant. Una festa en la que totes les persones usuàries han gaudit d’una estona molt agradable de lleure acompanyats de dos petits bens. Tenint en compte que Sant Antoni és el patró dels animals, no hi podia haver millor companyia.

La festivitat de Sant Antoni es remunta a la l’Edat Mitjana, quan tots els pagesos veneraven al Sant perquè aquest donés protecció als seus animals i així poder treballar al camp. La manera en què els mallorquins celebren aquesta festa és sortint al carrer i ballant amb els dimonis al voltant d’una foguera i acudint a l’església amb els seus animals perquè siguin beneïts.

Com deia el Jaume Sastre:

Sant Antoni és el protector de la pagesia mallorquina; és el protector dels conreus, del camp i també dels animals, especialment els domèstics que conviuen amb l’home (cans, moixos…), i del bestiar de peu rodó (cavalls, someres, ases, rucs, muls…). Igualment és el protector dels menascals, els ferrers, els porquers, els cansaladers, els cerers, els forners, els pastissers, els confiters, els traginers, els jugadors de cartes, els fossers i enterramorts. D’aquí vénen aquelles glosses tan famoses:

Sant Antoni ha vingut

amb un ase amb quatre cames,Personas mayores Residencias Intress

amb un covo d’ensaïmades

i una botella de suc.

Sant Antoni i el dimoni

jugaven a trenta-u;

el dimoni va fer trenta

i Sant Antoni, trenta-u.

 

Hoy conocemos a… Isa

Hoy conocemos a… ISA

Isa1Isa es una chica de 22 años que está haciendo prácticas en el CAUI, un servicio gestionado por Intress destinado a la acogida de niñas y niños de 0 a 12 años. Pero la vinculación de Isa con el Servicio va más allá de su experiencia actual como estudiante en prácticas.

¿Cuándo empieza tu vinculación con el CAUI?

A los 13 años. Estuve durante cuatro meses residiendo en este centro, un lugar al que le debo mucho.

¿Cómo fuiste a parar al servicio?

Viví una situación muy dura. A mi padre no lo he conocido y mi madre murió por causa de violencia de género a manos de un hombre con el que acababa de iniciar una relación sentimental. A los 13 años, habiendo vivido esa situación, la DGAIA (Dirección de Atención a la Infancia y la Adolescencia) me derivó al servicio del CAUI.

Cuentas tu experiencia con mucha naturalidad

He aprendido a vivir con ello. Si quieres seguir adelante te das cuenta que darle vueltas a lo que has sufrido te hace daño y no sirve de nada. Es mejor preocuparse por las cosas sobre las que puedes actuar.

¿Y qué recuerdas de tu tiempo en el CAUI?

Puede sorprender, pero lo recuerdo como una etapa muy positiva para mí. Aunque venía de vivir una experiencia muy difícil, estar en el CAUI me aportó muchísimo. Estar allí rodeada de niñas y niños, cuando siempre había querido tener hermanos, era algo que me gustaba. Veía a los niños pequeños, me gustaba cuidarlos, cogerlos en brazos…Ahí ya vi que lo que quería hacer en un futuro tenía que estar vinculado con la infancia.

Pero desde fuera parece que la vida en un centro es difícil para un niño/a.

Hay muchos falsos mitos. En las películas parece que cuando llega Servicios Sociales a una familia se añaden complicaciones a la vida del niño/a. En mi caso puedo decir que la vida en el CAUI fue estupenda y que todo lo que me aportó fue positivo. Siempre hacíamos actividades, íbamos al teatro, al fútbol, hacíamos excursiones, hablábamos y jugábamos entre nosotros/as.

Isa foto izqda

Isa junto al que fue su educador, David Briet.

El papel de los educadores ¿cómo lo definirías?

Buenooo, yo encantada con David, Xavi y Rubén, de Intress. Los adoraba. Mi tutor era David Briet y su figura en mi vida ha tenido mucha importancia. Lo primero que hacía al levantarme era preguntar por él. Hablábamos mucho y él tuvo mucha paciencia conmigo. Sabía que no me gustaba hacer las tutorías en el servicio y nos íbamos fuera. Con él podía hablar de todo y consultarle cualquier duda.

¿Cómo fue tu salida del CAUI?

La verdad es que no me quería ir, aunque ahora con la distancia veo que las decisiones que se tomaron fueron las que me convenían.

¿Cuáles fueron esas decisiones?

Bueno, yo tenía dos opciones. La hermana de mi madre vivía en Barcelona, donde he crecido, donde estaba el CAUI y donde tenía mis amistades. Y por otra parte, el hermano de mi madre vivía en un pueblo pequeño de Teruel, Peñarroya de Tastavins. Buen vino, buen jamón y buen queso, por cierto.

Tú querías quedarte en Barcelona

Por supuesto, por lo que te he comentado, pero fui a vivir con mi tío y fue una gran decisión. Analizaron la situación de los hermanos de mi madre y mi tío vivía con su mujer y sus tres hijos (ya mayores que yo), en una casa en la que yo podía tener mi espacio. Convivir con mis primos, aunque fueran más mayores, me hacía sentir arropada.

IsaFamilia

La familia de Isa celebrando la Navidad. Ella, al fondo, sostiene a su sobrina en brazos. «Ahora ella es la reina de la casa y yo encantada le cedo el puesto», afirma Isa entre risas.

¿Te adaptaste bien a un pueblo pequeñito?

La verdad es que me costó adaptarme y he de agradecerles la paciencia que han tenido conmigo, porque era rebelde y a veces me escapaba y quería ir a Barcelona.

Entendieron mi necesidad de ver a las personas que tengo aquí, tanto a mis amigas de toda la vida de mi barrio de Navas como a las personas del CAUI y me han acompañado varias veces a verlas. También me han insistido en seguir mi educación.

De manera que ahora terminas tu carrera de Trabajo Social

Exacto. He estudiado la carrera en Tarragona, porque me permitía estar cerca de mi familia y también estar más cerca de Barcelona.

Ahora estoy justamente haciendo las prácticas aquí en el CAUI y es como un sueño hecho realidad. Nunca me he querido desvincular de este centro y lo he conseguido, con las visitas a lo largo de estos años y ahora con las prácticas.

¿Y cómo se ve el servicio, no como persona atendida, sino como persona que atiende?

Tengo muy presente cuando estaba aquí. Veo casos de niñas y niños que han pasado situaciones muy complicadas, pero intento tomar distancia para hacer bien mi trabajo. Igual que con mi vivencia también tomo esa distancia.

Me doy cuenta de lo bien que lo hicieron conmigo, de la importancia que tiene el trabajo de un educador para personas como yo, su acompañamiento. Además, ahora tengo una gran ayuda por parte de mi tutora de prácticas: Meritxell Campmajó. Ella me guía, me resuelve dudas y me deja hacer aquello que más me interesa.

Isa Intress

Isa entre su antiguo tutor, David Briet y su ahora tutora de prácticas, Meritxell Campmajó.

¿Te gustaría trabajar aquí entonces?

Me encantaría. Y también me quiero seguir formando. Tengo dudas sobre si hacer un master de Justicia Juvenil o complementar mi carrera de Trabajo Social con la de Educación Social. Los niños/as y adolescentes han de estar presente, eso sí.

A nivel personal, ¿querrás tener hijos?

Por supuesto, lo tengo clarísimo. Me gustaría tener tres, uno de ellos en adopción. Creo en la adopción y me gustaría adoptar a un niño que ya tuviera cierta edad, porque todo el mundo quiere niños pequeños y personas que han pasado situaciones duras pero que, a diferencia de mí no tienen la suerte de tener una familia, tienen que tener la oportunidad de vivir una infancia y adolescencia feliz.

Mucha suerte en todo y gracias por compartir tus vivencias.

Entrevista realizada por María Fernández Santiago, Responsable de Comunicación de Intress.

Imágenes cedidas por Isa.